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La realidad entre pandemia y test rápidos

Por Sergio Arturo Sainz. Miembro de la Comisión directiva de CALAB.
Artículo publicado en la edición del 22 de abril de 2020 del diario La Nación.

¡Pandemia! Personas asustadas, abundancia de información -tanta que nos desinforma. El tiempo transcurre y este enemigo invisible, aterrador e incontrolable avanza y nos acecha. Estamos impávidos, acorralados en estas jaulas en las que se han transformado nuestros hogares, y por fin una pequeña luz de esperanza, una posibilidad de librarnos de tanto peso emocional.  ¡Hay un test que puede decirnos cuán cerca está el enemigo!, o si ya está con nosotros.

En las últimas horas algunos medios de difusión han anunciado la existencia de un método rápido de fácil utilización para el diagnóstico de COVID-19 de disponibilidad en nuestro país.  Se trataría de una prueba sencilla, a tal punto que puede realizarse en el plató de un programa de televisión, en vivo, y en pocos minutos decirnos si su conductor está infectado por tan terrible atacante. 

Esta pandemia nos ha tomado por sorpresa a todos, incluidos a profesionales de la salud, gobiernos, científicos, empresas. Ante la desesperación por el avance silencioso e invisible del atacante, los recursos de la humanidad se han puesto a disposición para encontrar una forma de contener al enemigo, de ponerlo en evidencia y combatirlo, pero lamentablemente estos avances están resultando inútiles y el desarrollo de tests rápidos para el tamizaje de la población no escapa a esta realidad; en la actualidad en el mundo se están comercializando tests que, en muchos casos, han resultado en pruebas fallidas.

Nuestro país cuenta con los recaudos suficientes para la autorización en la comercialización y el uso de este tipo de tests diagnósticos, el organismo público encargado de tal responsabilidad es el ANMAT a través de las validaciones realizadas en el ANLIS-Malbrán. Hasta el día de ayer ANMAT no había autorizado la comercialización de este tipo de test diagnósticos para COVID-19 en humanos; sin embargo, en Argentina sí disponemos de una gama de marcas para el diagnóstico por técnicas de biología molecular, que son las que han brindado un mayor margen de certeza en el diagnóstico de COVID-19. La Cámara Argentina de Laboratorios Bioquímicos, CALAB,  descree de la utilización de cualquier método, reactivos o tecnología que no haya sido validada y autorizada por ANMAT y que no se realice en el ámbito adecuado por profesionales habilitados. Sólo se puede considerar como válido el resultado de laboratorio que haya sido validado por un profesional de la bioquímica.

En CALAB  nos encontramos involucrados y comprometidos en evaluar cuáles serían los mejores métodos para el diagnóstico y seguimiento de personas afectadas por COVID-19. En palabras del Dr. Andrés Albrecht, coordinador de nuestra Comisión de tests complementarios a las técnicas de biología molecular: “es necesario que se realicen con reactivos que estén respaldados por evidencia científica y que tanto la toma de la muestra, como el procesamiento y la emisión del resultado la realice el profesional competente y habilitado para ello, el bioquímico”.  Mucho se habla de la necesidad de incrementar la cantidad de estudios para poder luchar contra la propagación del SARS-CoV-2, pero la sensibilidad y efectividad, el estadio en el que se los aplica, son claves para poder contar con información confiable.Actualmente se dispone de tres tipos de pruebas para identificar el SARS-Cov-2, las que detectan el antígeno viral, las basadas en los anticuerpos que forma el infectado y las que identifican el ARN viral. A la fecha, en nuestro país sólo están autorizadas estas últimas, se trata de pruebas que sólo pueden realizarse en laboratorios especializados con metodologías de biología molecular a partir  de un hisopado de nariz, garganta y boca; hoy éste es el único test que identifica a infectados en el periodo agudo de la enfermedad. Esta información es fundamental, porque si un ciudadano se realiza un test inadecuado, o el test es mal realizado, su vida, la de sus cercanos, e incluso la salud pública, corren serio peligro.